miércoles, octubre 25, 2006

Calles sin vista


Si hay un pueblo en España orgulloso del trazado de sus calles es la Carolina, en Jaén. Si lo visitas seguro que algún vecino te habla de que sus calles son como un tablero de ajedrez. Si ves un documental sobre el pueblo aparece el alcalde orgulloso de sus calles rectas y largas.

Hace tiempo leí que en Castellón, el diseño del tramo final de la ronda magdalena se hizo en curva para cortar los vientos del norte. Sabios ingenieros.

Intento comparar el diseño de las nuevas zonas de expansión de la ciudad (Ahora PAI’s, antes PAU’s, PERI’s, polígonos o simplemente Grupos) y termino pensando que somos un pueblo (mas que antes), a pesar de ser legalmente una gran ciudad. ¿Por qué les gusta tanto a los arquitectos / ingenieros romper las alineaciones de las calles? En cuanto tienes una calle con vistas al horizonte te plantan un edificio en medio. Te cortan la vista, la luz y la ventilación, por que si la calle fuera larga lo podría entender, pero al final quedan calles de 3 o cuatro manzanas (o incluso de una) con los extremos tapados por dos grandes edificios.

Nunca podremos tener grandes y largas avenidas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Imagina un puzzle de una hermosa imagen. Si lo vas componiendo con criterio, cada pieza en su sitio, poco a poco se irá formando la imagen deseada (y que, por otra parte, estaba previamente concebida).

Vuelve a imaginar ese puzzle, pero ahora en manos de cuatro o cinco chiquillos de aspecto pendenciero: Se han lanzado sobre la mesa para acaparar el mayor número de piezas posible, y, sujetándolas con avidez en una mano, y clavándose miradas suspicaces entre sí, van montándolas una tras otra intentando completar un trozo más grande que el de los demás. No importa que encajen o qué imagen surja. Solo importa cubrir cuanto antes la superficie...

Cuando un grupo de ediles, no solo corruptos sino también incultos, ha repartido las piezas con criterios inconfesables (el que menos les importa es el de la armonía del conjunto) entre cuatro o cinco promotores montaraces no menos incultos, el resultado no puede ser otro que el caos y la rápida degradación de lo ya construido.

Además, ambos, ediles y constructores, con la vista puesta en la cuenta corriente, no han podido darse cuenta de que quizá, sin tanta avidez, hubieran podido trazar, y luego obtener, la bella imagen deseada.